Hace tiempo tuvo que elegir entre vivir durmiendo o estar despierta
Eligió caminar despierta aun sabiendo que tarde o temprano descubriría el precio, le habían hablado de ese camino, del camino del fuego, del camino de la guerrera.
El camino del fuego no perdona, pues su alma lo gobierna y ha elegido ponerse al servicio del Universo, los regalos son infinitos y constantes pero el precio es que jamás puede conservar nada y sin embargo lo ama todo, lo que llega y lo que se va, con una intensidad que duele.
Duele amar cada instante y cada persona, cada respiración, cada rayo de sol, porque en ese lugar está conectada a todo,se sabe parte del Universo, pero a la vez está sola, sabe que mientras siga en esta tierra todo se desvanecerá, todo cada vez con mayor rapidez terminará convertido en cenizas.
Duele porque en cada alma a la que se asoma se redescubre a si misma de nuevo, porque como dicen los mayas el de enfrente es su otro yo.
Y ella sólo puede estar, ponerse en manos del universo y abrazarlo todo, mirar cada persona que llega a ella con ojos de niña, con la pureza de un alma que ve todo con la inocencia de la primera vez, pero a la vez con la sabiduría de que nada permanece.
Presencia pura, sabiendo que el amanecer borrará todos los recuerdos y volverá al punto de partida cada amanecer.
La guerrera nunca se queda ningún lugar, ese es su destino, tocar todo y transformarlo con su magia y seguir avanzando al siguiente punto, donde de nuevo el amanecer le recuerda que aunque quiera ser humana, hace tiempo que dejó de serlo.